Caos
Sentado justo en el filo donde se desata el infinito presencié algo impresionante. Vi como las tinieblas poco a poco absorbían de forma sistemática el absoluto. Entre la penumbra todo se tornó amorfo y coloidal. Las quasi-figuras se mezclaban unas con otras de manera libre y espontánea en lo más parecido al diluvio que pueda imaginar. Se perdían los límites de dónde empezaban y terminaban los objetos dando paso al unísono de las cosas. El caos no comenzó, volvió a instaurarse como en origen y final, punto de unión de este anillo de Moebius que si bien no termina, en algún momento ha de reiniciar.
Allí estuviste a mi lado. No te asustes, sé que no lo sabías. Te quedaste dormida justo antes de que todo; esta inclusión universal, esta ausencia de la nada y omnipresencia del todo, comenzara. Ahora, imposible es llamarte por tu nombre, ya no sos vos, ni yo. Ahora simplemente somos soy. De forma imprecisa y algo apurada te confieso que no tengo idea de cuál fue el desenlace y a dónde fuimos a parar.
El fin del mundo no va a llegar, está esperando a que nosotros, vos y yo, lleguemos, finalmente juntos, a él.
1 comentario:
Recuerdo que este caos lo leí hace varios años, no estoy seguro si fue en el cuartito ese tuyo de Alajuela, donde los ce des y los libros y las colonias para hombre parecían tirársele a uno encima, o si simplemente me lo mostraste impreso en sampedro. De lo que si estoy seguro es que esa vez, también me gustó mucho.
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