jueves, 30 de junio de 2011

Cañón González


Con la muerte de Cañón muere una era del fútbol en Costa Rica, una en la que se dirigía con el corazón. Suena quizá desproporcionado, tal vez quedan algunos dirigentes de esos en canchas abiertas, tal vez algunos en segunda. Sin embargo dada la naturaleza empresarial con la que se administran los equipos en el país será difícil ver a otro como él en la primera división.
 Él fue el artífice de llevar al Carmen a una etapa de relativo éxito con medidas bastante particulares pero que se basó en un modelo austero, financiado con rifas y poniendo dinero de su propio bolsillo. De ése cuadro salieron muchos jugadores que tuvieron carreras tanto en equipos grandes en Costa Rica así como en el extranjero. Algunos nombres familiares son los de La Bala Gómez, Lonis, Porritas, Óscar Rojas, Wilmer López y Luis Marín por citar unos cuantos. La estrategia se basaba en no pagar fichajes, salarios iguales y apegados a la realidad nacional pero el gancho era darles una vitrina en primera categoría en la que los jugadores tenían la oportunidad de irse sin traba alguna por parte de la Asociación Deportiva Carmelita.
 Tuve la oportunidad de ir al Colegio EL Carmen desde donde pude ver muy de cerca el ascenso a la primera, verlos luchar por el no descenso, ver a Cañón darlo todo por aquel cuadro. Poco a poco sus negocios se vieron afectados, su salud se deterioró y hasta llegó a hipotecar su propia casa con tal de darle recursos al Carmen. Puede haber sido un caso extremo. No hay dudas sobre la falta de mesura en algunas decisiones tomadas en las que dejó a un lado a su familia por una escuadra que nunca fue un contendiente serio. Pero cuántas insensateces se han hecho por amor o por algún ideal con resultados mucho más serios...
 Para compartir algunas anécdotas, recuerdo la apertura del Club Carmelita. Estaba en el 2do piso de la cede del equipo justo frente a la plaza del Carmen. Allí se podía jugar billar, beber cerveza, jugar futbolín, platicar con todas las luminarias de la barriada y además colaborar con la Asociación ya que todas las ganancias estaban destinadas a financiar el proyecto. Hasta la fecha estoy casi convencido de que no tenían patente para vender licor. Intentó, de forma infructuosa, el apoyo municipal y legislativo  para poder cerrar una calle y poner allí una gradería para así no tener que alquilar estadio y ser al fin casa en algún partido. También logró que finalmente se le reconociera el campeonato obtenido en 1961 pero que no tenía oficialmente porque en el siguiente torneo bajó a la segunda y un genio por ahí dijo que el campeón no podía estar en segunda por lo que se le había quitado aquel honor. Finalmente logró el reconocimiento oficial y pasó al pequeño grupo de equipos campeones de la primera de Costa Rica. En fin, hay mucho que contar pero la idea es darle un pequeño reconocimiento a un dirigente que hasta prefirió vender sus boletos para el mundial del 2006 con tal de generar recursos para su Carmelita.