jueves, 12 de noviembre de 2015

Ucronía

Empezaría la historia con que vos te callaste y escuchaste la canción
(De esos momentos en los que una canción puede ayudar a expresar algo mejor que mi discurso).
No seguiste explicándome (¡A mí!) por qué no se escucha la voz uno mismo igual en una grabación
(la vibración de las cuerdas vocales y el hecho de que esta se perciba tanto como sonido interno como externo al ser captado por el tímpano le da una textura más melódica que escucharla en una grabación sin todos esos elementos interviniendo a la vez).
Todo transcurrió de forma sencilla, un silencio de 3:50 minutos en el que escuchabas y yo veía por la ventana hacia la nada.
Luego un par de críticas vagas sobre la interpretación seguido de un gentil hasta luego.

No he vuelto a hacer canciones.
Tampoco puedo seguir yendo solo atrás a editar el pasado buscando construirme algún consuelo.
Deberías intentar callarte y escuchar la canción.

lunes, 27 de julio de 2015

Londres

Son casi las 8; aún hay sol. 
Tu mirada se pierde en las ondas que dibuja la corriente en el río.
Detrás tuyo unas cuantas nubes se rascan la panza perezosas en la punta de la torre del reloj.
Las ves de reojo. Ya noto la nostalgia en vos por algo que aun no has perdido.

Una ráfaga impredecible me abofetea. Es tiempo de buscar un Pub.
Hay demasiada gente en todas partes. Me cuesta lidiar con eso, me cuesta mucho.
Encontramos una banca en la acera con un calentador que ronronea como gata soñolienta.
un Ale local, cigarrillos y una bufanda bastan. A unas cuadras el río sigue corriendo.

Las calles se van vaciando de a poco como mis bolsillos. Tus ojos brillan.
Te digo algo, una referencia vaga sobre un hecho que probablemente estoy inventando.
Sonríes y es todo lo que basta para querer quedarme allí para siempre.
Pero no puedo. Sé que el río no se detiene. Corre aun cuando no lo veo.

Nunca podemos quedarnos allí para siempre porque estábamos simplemente bien.

Ahora, espero que esto no sea una referencia vaga a algo que probablemente me haya inventado.


lunes, 2 de marzo de 2015

Tributo a una mala memoria


Tengo un pésima memoria, casi nunca recuerdo nada
Como cuando mi padre me enseño a atarme los zapatos.
Me hizo practicar hasta que me quedaron los dedos en carne viva.
Pero en 3 horas aprendí; lástima que casi no lo recuerdo.

Casi no retengo nada en mi cabeza, me hace quedar mal
Como la vez que te besaba la brisa, el sol y yo y era diciembre
y vos despeinada y yo necio y tan poco tiempo
porque faltaba un cuarto para las 4; no puedo traerlo a la memoria.

Mis recuerdos son pocos, flacos y tristes, como un perro callejero.
No puedo ni escribirte, ni recordarte, ni pintarte, ni esculpirte con saliva.
Solo cuando cierro los ojos puedo verte blanca, melancólica y esquiva.
¡Y la imagen varía dependiendo del día que trate de recobrar!

No me enorgullece reconocer que me cuesta mirar atrás.
Sospecho que es decepcionante que te enteres que es así.
Tengo una pésima memoria, casi no recuerdo nada
y me da pena confesaste que sin querer recuerdo todo de vos.


jueves, 15 de enero de 2015

Dormir

No deberías de desgastarte tanto con enfados
eso solo acorta los minutos,
desperdiciamos momentos vitales.
Vamos a tomarnos de la mano y caminar,
en silencio; sin juzgarme.
Luego te vas a dormir.
Y yo te cobijo.