lunes, 27 de julio de 2015

Londres

Son casi las 8; aún hay sol. 
Tu mirada se pierde en las ondas que dibuja la corriente en el río.
Detrás tuyo unas cuantas nubes se rascan la panza perezosas en la punta de la torre del reloj.
Las ves de reojo. Ya noto la nostalgia en vos por algo que aun no has perdido.

Una ráfaga impredecible me abofetea. Es tiempo de buscar un Pub.
Hay demasiada gente en todas partes. Me cuesta lidiar con eso, me cuesta mucho.
Encontramos una banca en la acera con un calentador que ronronea como gata soñolienta.
un Ale local, cigarrillos y una bufanda bastan. A unas cuadras el río sigue corriendo.

Las calles se van vaciando de a poco como mis bolsillos. Tus ojos brillan.
Te digo algo, una referencia vaga sobre un hecho que probablemente estoy inventando.
Sonríes y es todo lo que basta para querer quedarme allí para siempre.
Pero no puedo. Sé que el río no se detiene. Corre aun cuando no lo veo.

Nunca podemos quedarnos allí para siempre porque estábamos simplemente bien.

Ahora, espero que esto no sea una referencia vaga a algo que probablemente me haya inventado.