Anoche escuché el trémolo de tu voz dormida.
De nuevo abracé mi interminable insomnio.
¿A qué no adivinas cuántas veces te llamé?
¡Cuántas veces pensé en vos!
Anoche volví a arder en llamas,
no alcancé a entender lo que decías.
¿No escuchaste mi grito envuelto en viento?
¿Viste la estela que dejó mi paso en nuestra cama?
Anoche caí en cuenta que ya nadie llama por teléfono.
Perdimos el gusto por acariciarnos con la voz.
Has olvidado el poder de tus palabras.
¿Acaso has olvidado lo débil que soy?
He perdido mi pasado; me ahogo en el presente,
pero el futuro es todo nuestro si cantas nuestra canción.
Estoy cansado de juegos esquivos. Agotado.
Es hora de hablar querida, de gritarnos otra vez.
Anoche vi el desenlace en tu espalda desnuda,
anoche leí mi fortuna en tus blancas y largas piernas.
Me enteré de todo, ahora sé que no soy yo.
La ternura de tu sonrisa responde a otro resplandor.
Anoche esperé el amanecer sólo teniéndote tan cerca,
pero entiendo tu razón. Estás equivocada.
Esperas mis palabras de parte de otro relator.
Soy yo el que te puede hablar así, nadie más.
Aquel árbol no te dará cerezos, quizá una pequeña flor.
En cambio en este tendrás cosecha abundante;
te hará una alfombra suave y perfumada.
Tenés que decírmelo justo como te lo he dicho yo.
Ya no hacen falta más enigmas, no hacen falta laberintos.
Pronuncia el conjuro, las palabras mágicas.
Volvé a ver tu reloj precioso, ese tan tuyo.
Cuando arrastro las horas, te quiero a vos.
Yo escribo, yo te escribo.
¿Vos qué putas haces?
Casi no escribís ya, no me escribís.
¿Crees que no me doy cuenta?
¡Sí, te lo pregunto desgraciada!
Escucho todos los sonidos que puedo,
vos te perdés maravillada entre el ruido.
Te rindo pleitesía, a vos y sólo a vos.
En cambio vos perdés el tiempo entre idiotas.
Yo recuerdo todo, vos perdés tiempo olvidando;
olvidando que no debés olvidarme.
¿Olvidaste que yo nunca voy a olvidar?
La palabra, tu palabra, tus promesas,
tus sueños absurdos; enigmas para pelmazos.
Lo que realmente importa me importa.
¿Te importa? Duele que no te importo.
Siempre toco la canción justa.
¡Vos le das play al aleatorio irresponsable!
Me estás cobrando más de la cuenta.
Tené presente que usualmente no estoy tan borracho.
¿Cuándo termina mi castigo?
Ni soy rey de Éfira ni vos sos Mérope.
Prefiero ser el sol que sale y se unde infinitamente
o la misma ola chocando contra la misma roca
cada marea alta, cada día hasta el fin del mundo.
¿Leés? ¿Un libro? ¿Mis líneas?
¿O ves televisión como enajenada?
Te voy a preparar un café.
Sé cómo te gusta, aún recuerdo.
Es tarde y me mata que no me prestes atención.
Lo que me sobra es tiempo, para vos tengo.
¿Querés escuchar mi guitarra desangrarse?
Siempre se desangra cuando te canto.
Seguro te hace sentir bien; tu revancha.
Mi derrota, prolongada y dramática.
Justo como la desgracia que te causé.
Ya pedir perdón resulta inútil.
Me quedan las canciones y el desgaste.
Queda confesarlo y decir adiós.
Nunca me iré pero puedo decirte adiós.
El whiskey me sabe mejor en este instante,
A madera, agua, calor, a vos.
Tirado en el suelo a media luz,
con el tornamesa girando eternamente;
con la aguja clavada en la cera negra.
Dibujo tu rostro con humo
y el cieloraso blanco como lienzo.
Dios canta sus amenazas hacia el rey pagano.
Yo repito como una oración cada estrofa.
He ensayado mi parte demasiado,
parece que han sido años.
Tengo todo dispuesto tal y como estaba planeado.
La canción suena, yo en mi puesto,
la luz, el humo y el trago.
Cuando llega la frase que marca tu entrada
estiro mi mano, dispongo mis dedos
pero no encuentro nada.
¡No me digas que sos invisible!
Esa parte fue escrita para vos,
el personaje, la escena erótica, tus líneas.
La escribimos aquella vez.
¿Recordás?
Queda esperar otro ensayo
y que vos te animes a entrar.
Si decidís no participar,
voy a re-escribirlo como una tragedia.
Muerte del bufón en un acto.