jueves, 10 de abril de 2014
Primera Estación: Mis Manos
Es la primera parada obligatoria.
Por aquí debe de pasar todo:
Mis vicios, mi barba y mis palabras.
Otros deben primero ver o prestar atención.
Yo tengo imperativamente que tocar.
Si no lo siento con mis 10 dedos no existe.
Si no se posa en mis palmas, no lo saboreo.
Si no las tomas no puedo sentir tu frío,
ni tu calor, ni tu sudor, ni tus ansias, ni tus miedos.
Con ellas te seduzco, te desvisto y te vuelvo a armar.
Las uso para llamarte sin hablar, como canto de sirena
que revienta en las rocas cuando tu marea sube y me ahoga.
Son los arietes con los que rompo tus murallas,
asalto tu cabeza y abro tus piernas.
Defensas infranqueables; armas mortales a tu servicio.
Son las extensiones mas tangibles que existen de mi ser.
Con ellas te hice de oro justo como Midas.
La diferencia es que yo si puedo comerme ese metal.
Necesito que te acerques para pintarte como a un cuadro imposible,
inimaginable, precioso, prohibido y exquisito.
Déjame pintarte para que tu belleza sea absoluta,
para que te vean sonreír de nuevo, para que seas otra mujer.
Vení, quiero recorrerte lentamente con mis dedos.
Vení, sólo me hace falta poder tocarte para que nazcas otra vez.
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