Una mañana de domingo como tantas aburridas mañanas de domingo
aderezada con la pereza y el bostezo del tedio de tu soledad.
Una cerveza, dos cervezas, tres cervezas, todas las cervezas esperan.
La suave brisa del último cachito del verano que roza la piel;
la reflexión obligatoria sobre lo inútil que son tus acólitos.
Te rodean por muchas circunstancias vacías; en el fondo no te importan.
Vos a ellos tampoco, eso lo tenés claro. Pero el hastío, ahí sigue el hastío.
Por eso mejor besarse y abrazarse y reírse con hipócritas que con nadie.
Todo esto es pasajero, todos se irán, los mismos 4 son los que siempre quedan.
Yo soy uno.
Esas son las personas que debemos recordar.
Si estuvieras acá te lo diría, te lo digo igual porque te recuerdo.
Y otro marzo pasa...
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