No quiero mover ni un dedo.
No me llames por favor.
Ahorremonos el desperdicio de un dilema
que se perderá entre saliva y lenguas muertas.
Mejor miráme a los ojos.
Yo quizá susurre tu nombre
para que cerrés los ojos,
con suerte mi boca.
No voy a rogar,
prefiero rezarte.
Así tal vez te requestes
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