No sé ya que hacer con esto.
La locura me come las entrañas.
Tus manos, el roce de tus manos...
Tu cuerpo clausurado para mis incursiones;
abrazada a un bostezo, a la deriva y merced de tu suerte,
por entre laberintos de oscuridad y abril, mayo y junio.
Volver a abril y no regresar.
Volver a mayo y perdernos de nuevo, como la primera vez.
Volver a junio y prepararme.
Anclar en tu puerto de ciprés y musgo,
reír como niños hasta reventar.
Tomarte de la mano;
no ver nada más.
Vagar con los ojos vendados y mis labios (tu debilidad)
entre la penumbra de tus piernas abiertas,
con tus dedos entre mi cabello.
Beber la savia de tu éxtasis.
Zarpar sin mapa e ignorar toda estrella,
tan solo procurar no llegar a puerto jamás
y lentamente pelarte como una naranja;
usando solo mis uñas.
Hasta que quede con tu cítrico zumo
penetrando mis dedos.