Luego de la tan sonada muerte del rey del pop, no pude resistirme a opinar al respecto. Sin embargo, mi reacción va dirigida a nuestra reacción misma sobre el hecho. Ese día hubo una intensa mandadera de mensajes de texto y la sobre cobertura, muy predecible, del asunto por parte de los medios. Lo que el 90% de la gente decía cuando oían por vez primera la nueva fue un escéptico "¿En serio?" o "¿Al chile?".
A la mayoría de nosotros nos ha valido bastante picha en lo emocional o afectivo. Digo, yo al menos no sentía ni simpatía ni cariño por el mop. Por otro lado, si sucedió que de primera entrada me causó una impresión. No sabría si definirla como asombro o incredulidad. No obstante, quise reflexionar en el por qué la mayoría de nosotros primero preguntó si era en serio o no. Luego, llegué a la conclusión de que era porque nos enfrentaba ante nuestra propia muerte o a la de un ser querido. Usualmente, se nos muere gente cercana, rara vez un compa al que todos queramos mucho y que tengamos por amigo en común con nuestro grupo. Cuando un familiar se nos muere, los amigos se solidarizan pero no sienten el dolor, nada nos prepara para nuestra muerte o la de alguien a quien queramos todos por igual. Michael Jackson representa eso, al muerto que todos conocemos, que todos "queremos", que todos vamos a extrañar por igual y que nos une y nos asusta un poco. Somos nosotros mismos y nuestros amigos en alguna medida. Es alguien que representa al compita de tragos que tenemos en común y que nos dolería a todos por igual su partida. Por eso la muerte de un tipo a quién ni conocíamos, tal vez ni nos gustaba su música nos impresiona de alguna manera o al menos nos quita 30 segundos para la reflexión.
Lo que trato de decir es que el mae tenía 50 años, iba a salir de gira pronto y es alguien a quien estamos más que acostumbrados desde que tenemos uso de razón. Nacimos con él, nos criamos con él, hasta bailamos alguna vez una canción suya o lo pusieron en una fiesta o vimos un video. El asunto es que es un elemento de nuestra historia en el mundo, parte de la cotidianidad, como tío Hernán, don Misael el pulpero, Min o como las películas de Al Pacino. Sin importar que tan cercano o lejano sea, es como una parte del universo tal y como lo conocemos desde que andamos por aquí. Una parte que desapareció, como cuando demuelen una casa del barrio, se muda un vecino de toda la vida o cancelan la serie que veíamos los jueves a las 7 pm. Poco a poco sucederá, se van a ir muriendo todos y todo y qué miedo morirse o que se mueran los familiares y compas. No digo que él sea eso para mí o para vosotros, mis queridas fierecillas heridas, digo que es un recordatorio, un reminder o un post it en la refri de que todos nos hemos muerto un poco más y que nos seguiremos muriendo igual que nuestro entorno, nuestros bares, los choferes de bus, los dealers, los actores, los directores de cine y por supuesto nuestros tan queridos músicos, grupos e intérpretes.
No soy del tipo cursi ni sentimental, no me dolió la muerte del rey del pop, es una muerte más, incomparablemente menos significativa que la de Benedetti por ejemplo. La diferencia es que Benedetti me es lejano, casi inimaginable excepto por su obra y no tuve el gusto de incorporarlo a mi vida sino hasta que pude aprender a leer.