Lo primero que viene a mi mente antes de empezar a escribir
es pensar cuándo empezó. Vienen momentos a mi mente uno tras otro en una
seguidilla de inexactitudes que no llevan a ningún lugar.
En el inicio había de todo hasta que aparecieron cosas que
me sacudieron. Prefiero no hablar de lo que oía antes. Prefiero pensar en lo
que recuerdo claramente. Sería prudente aclarar que el crecer en una era en la
que los New Kids On The Block, Vanilla Ice, Technotronic o MC Hammer eran todo
lo que dominaba el dial era duro. Fue difícil no distraerse con tanto ruido y
tan pocas nueces o tanto ajonjolí en el pan, como decía mi abuelo.
EMF. Eso. EMF es la primera banda que recuerdo que me
sacudió. Su presentación en el Town & Country Club de Londres fue épica
para mí. Luego vino el colegio. Tito, Hugo, Cuto y McGuiver fueron quienes me
presentaron a una serie de artistas que cambiaron mi vida para siempre. Entre
patinetas y transetas llegaron The Cure, The Smiths, Duran Duran, New Order, Depeche
Mode, Ned’s Atomic Dustbin y Siouxie and The Banshees junto con Soda Stereo a
quienes escuchaba desde los 9, pero a los que tenía que idolatrar hasta un
tardío 1992 junto con Caifanes. Completaban la escena otras cosas como las
chicas, los cortes de pelo y las tennis. Lo demás llegó por añadidura. Fue el
momento de abrazar el post punk de Joy Division, la dureza de NIN, el hip hop
de Beastie Boys, el funk de los Peppers, la distorsión de Nirvana y todos sus
acólitos: Smashing, STP, Alice In Chains y Bush. Lo otro lo escogí yo. Eso fue
Radiohead, Garbage, U2, REM, Blur, James, Echo & The Bunnymen, Chemical
Brothers, Bunbury, Oasis, Massive Attack, INXS, Tears for Fears entre otros
muchos. Puta, un pichazo de cosas geniales que pasaban. Luego quedaron atrás
ellos, los compas.
Con el paso de los años no queda mucho de esa rabia. Tampoco
nada de Joaquín mostrándome las bondades del bolero, del paso doble, de las
zarzuelas, del tango y del alcohol o Rigo hablando ebrio de la nostalgia de los
buenos 80’s.
Nadie me enseñó el placer de los conciertos. Ese gusto lo
adquirí solo. Ese es mi gran mérito. Probablemente alguien pudo hacerlo pero no
pasó. Sin embargo, no hay nada que disfrute más que los chivos con amigos.
También el placer de ver buenas bandas. Uno de a poco va acumulando
experiencias con la gente que ama y con los grupos que ama. Maravilloso cúmulo
de buenas combinaciones. Sigue, por dicha, sigue. Es fantástico crecer entre
tanta música y envejecer entre tantos brincos, sudor, empujones, cerveza y
cigarrillos. Tantas madrugadas descubriendo a Suede, a The Jesus and Mary
Chain, a The Sex Pistols o a La Polla.
Por la puta que ha sido bueno.
Mucha agua ha pasado debajo de los puentes por donde pasa el
Río Alajuela desde que iba a la salida del cole a la compra y venta de discos y
cassettes Mango. Hay tantos muertos, tantos lejos, tantos cambios y tanta
música. Es lo único que no ha cambiado. En mis discos, en mis cintas están
todos. Tantos han tocado mi guitarra, usado mis CD’s… tanto tan lejos y aún así
todos tan cerca.
Eso es para todos. Para todos a quienes les he pasado un
álbum, a quienes les he grabado un cassette o quemado un compacto. Para quienes
han leído mis necedades o visitado mis lugares comunes. Igual para los que han
viajado conmigo, reído conmigo, llorado conmigo, peleado conmigo pero por sobre
todo roqueado conmigo.
Mi festival ideal tendría unas 50 bandas, a Cerati en coma
en la tarima y a Lau, Rigo, Tito, Hugo, Perico, Allan, Tati, Fo, Santi, Guille, JP, Steven, Francis,
Walter, Eduardo, Carlitos, Kch, Fabián, Quincho, Adrián, Jimmy, Ariel, Rebe, Gaby y Javier en él. Quedan tantos por
fuera pero esto es sobre el pasado lejano y un tanto sobre el presente. Probablemente
llevaría mi primer Walkman, mi primer CD player, me pondría todas mis camisetas
de grupos y una dotación abundante de
cerveza y alguito para fumar. Eso llevaría conmigo a ese Rock Fest.
Para todos ellos y para la música son estas palabras. Lo
hago porque no va a haber nunca un tributo para nosotros como tampoco discos
compilatorios o especiales de radio. No es por aguevarlos pero no habrá reseñas
en revistas o notas en ninguna página web. Sólo somos los despojos de la
historia del rock. Somos los que erigimos las leyendas y morimos para sustentar
sus bases. Somos los que heredamos obsesiones hechas de acetato, cromo y
plástico que no van a enorgullecer a nadie. Para todos nosotros son estas
palabras. Desterrados de las mieles del rock, regocijémonos con nuestra ínfima
obra con piras gigantes y muchos parlantes. Pongamos nuestras canciones entre
todo el humo cantando con emoción. Abracemos nuestra decadencia con la frente
en alto listos para encontrarnos con nuestros camaradas caídos quienes aguardan
con los brazos abiertos y bailando. Hay que estar listos para ver a todos los
consumidos por las drogas, los excesos y el rock and roll. No hay que sentir tristeza
amigos, hay que apreciar este singular honor. Somos la carne de cañón de las
listas de popularidad que será enterrada en la fosa común de los cofrades
anónimos.
Viva la música amigos míos.
2 comentarios:
Te odio! :´(
Viste que carilla más "sexualmente ambigua" (uso eufemismos para que nadie se ofenda y luego me tache de primitivo -que lo soy-)
La nostalgia del rocanrol, siglo XXI y el Gran Pop. Un texto muy lindo compay. Siempre, además de ser un placer, resulta revelador hablar de música con vos. ¡Chapó!
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